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Taller Abierto de Siete de Autor


Un colectivo de joyeros que comparten un taller y tienda en Casa San José, un antiguo convento de Villa Crespo.

Siete de Autor es colectivo joyero con una tienda-taller, un punto de encuentro en el que prima el espíritu de equipo. Decidieron unir fuerzas para facilitar el desarrollo de sus ideas y proyectos y conformaron un coworking único. Comparten un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, trabajan juntos pero desarrollan sus propuestas de manera independiente. Los Siete son seis: Fátima Agostinucci, Bibiana Doldán, Santiago Repetto, Miriam Giménez, Carina Altman y Marina Narbaitz, quienes se conocieron en la escuela de joyería contemporánea de María Medici. Su impronta metalera los une: el uso del metal fundido a la cera perdida o el metal directo, aunque se diferencian con los resultados: joyas personales que revelan la historia de cada uno.

En la primavera de 2018 se instalaron en uno de los locales que da al patio interno del ex convento de la Congregación de Religiosas de San José -contiguo al colegio San José de la Palabra de Dios-, que fuera donado por la familia Malcom, fundadora de Villa Crespo. Es un edificio neoclásico de 1945 que mantiene su fachada, techos de bovedilla de ladrillo con vigas y aberturas de madera original, solo con un recambio de las instalaciones para un mejor confort y seguridad, pero que conserva la arquitectura antigua de doble altura en la que funciona la tienda, en planta baja, y el taller, en el entrepiso, a los se accede por la recepción del hotel boutique que funciona en el primer piso. Casa San José es un espacio con historia que los Siete conocen, ponen en valor y transmiten.

Hacen suyo el lema mosquetero de uno para todos y todos para uno porque siguen modelo de trabajo colaborativo. “Varias de las maquinarias y herramientas de mi papá que era relojero las traje a Siete para usarlas entre todos: una pulidora, laminadoras, y también un arco para sierra y pinzas bruselas que utilizo y comparto”, cuenta Bibiana Doldán, abogada de profesión que reconoce su relación con el oficio desde chica, más aún cuando decidió incursionar en la historia del arte y pintura, y posteriormente estudiar joyería contemporánea. “El trabajo en el banco de joyero es solitario pero para nosotros no porque nos sentimos muy acompañados y nos complementamos muy bien. Nos organizamos para estar siempre presentes en el taller, tenemos turnos para atender al público, al que le contamos y mostramos nuestro proceso creativo”, añade. Siete de Autor hoy está abierto jueves y viernes, de 16 a 19, y sábados, de 11 a 19, en Gurruchaga 1060. La propuesta de Doldán ahora es más geométrica, en alpaca, hilo de acero y piedras de acrílico y, además, trabaja en un proyecto de piezas únicas como petos en un mix de materiales inusuales, cartón y metal.

“Estar en el taller tiene la ventaja de tener el proceso de creación de principio a fin en las manos, empezás y terminás; hacés, consultás y corregís. Es un espacio que aprovecho mucho y me encanta crear a la par de mis compañeras. Trabajamos de alguna manera en grupo sin querer o queriendo, al mostrarnos o poner nuestro trabajo uno al lado del otro; eso también nos permite distinguir nuestro propio lenguaje y profundizar en nuestra búsqueda sin pisarnos. Nos completamos. Siete de Autor es un espacio para el desarrollo individual pero que funciona en grupo”, dice Santiago Repetto.

Todo lo decidimos de a siete aunque trabajamos de manera personal. Cada uno tiene su puesto de trabajo sin límites rígidos pero respetados, tenemos nuestras normas de uso de la maquinaria compartida, contamos con una mesa grande libre para el armado, otra para el soldado y una para el martillado, y cada uno tiene su estantería con sus materiales y herramientas que intercambiamos si es necesario. Abajo, contamos con un lugar de exposición grupal y personal”, comenta Fátima Agostinucci. Y en este espacio artístico, sostiene que lo mejor que le da la joyería es que se fue conociendo a partir de la experimentación. En ese sentido, suma con piezas creadas a partir de un collage de materiales orgánicos y textiles que moldea a la cera y funde en bronce y plata o crea en chapas o alambre de bronce o plata directamente, en tanto incursiona en el engarce.

Lo de Carina Altman también pasa por la experimentación con el metal, en particular, el bronce y la plata, esta última, su favorita, una cuestión derivada de la escuela que las moldeó, dice, en la que también aprendió a empezar a soltar la obsesión por los acabados perfectos. En ese proceso, sus compañeros de Siete la “acompañan e impulsan y se da una sinergia muy fuerte. Es un placer trabajar en compañía. Nos conocemos, sabemos cuál es el fuerte de cada uno y la expresión de cada uno de los puntos de vista suma, facilita la fluidez del trabajo”, destaca, al tiempo que menciona que está metiéndose con otros metales, como la alpaca y cobre, y hoy ya juega con su combinación.

Miriam Giménez también da su opinión sobre este emprendimiento grupal. “El espacio de taller es enriquecedor y nos impulsa a avanzar. En lo personal, lo grupal fue definitorio. Y en la tienda nuestro trabajo se potencia. Montamos una presentación algo escenográfica, una puesta en común de lo más representativo de cada uno en una gran mesa central y además cada uno tiene una mesa o caja individual con lo último de su trabajo”, comenta quien aporta con sus piezas en bronce, alpaca y algo de plata de líneas orgánicas algunas y más estructuradas otras.

Coincide Marina Narbaitz al indicar que crecer con la mirada del otro ya es una costumbre para ellos y es fundamental. También hace lo suya la técnica de la cera perdida a partir de textiles con fundición en bronce o metal directo, suma con su incursión en pátinas y ácidos, muchos coincidentes con los que maneja como patóloga, profesión que la define junto con la joyería. “Desde que hago joyería miro todo con otros ojos, de algo que está tirado en un cajón a gestos o elementos con que me encuentro a diario en el hospital”.

Además de las piezas de autor, se advierte cierta bajada comercial en las series de joyas de cada uno de los autores, con la idea de animar a usar piezas no convencionales. Y Santiago Repetto lo cuenta: “Usar joyería es cuestión de actitud y nosotros promovemos que se porte la joyería contemporánea, que se lleven piezas de autor que siempre tienen un significado especial. No hacemos joyería que se mira y no se toca ni inaccesible sino que pretendemos que sean piezas de uso cotidiano. Queremos que quien se las lleve sepa que hay un autor atrás, que puso su tiempo para hacerla especialmente con sus manos. Que sepa que Siete de Autor es un trabajo colaborativo enriquecedor porque nos consultamos e intercambiamos opiniones en el hacer. Por eso estamos presentes para ofrecerlas, mostrarlas, contar de su proceso creativo y asesorar en su uso. Es que somos muy militantes del métier joyero”. Y él ofrece piezas hechas con una mirada proyectual, algo brutalista, busca volver a piezas más escultóricas y lo tienta el no metal, por eso trabaja en filamentos derivados del maíz y algo de PET para joyas simbióticas en alpaca, bronce y bioplásticos.

Piezas hechas entre todos, esa que puede pasar de mano en mano de los seis; participar de la Bienal; continuar con las experiencias de maridaje (vinos y joyería, perfumes y joyería, entre otras), y seguir recibiendo tours son algunos de las inquietudes que los unen y proyectan.