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De visita | Talleres

Taller Abierto de Marita Sario


Con una obra vinculada a las bellas artes y la literatura, en su taller de Lavallol Marita Sario cuenta cómo llegó a la joyería y qué hace.

Su taller está en la planta alta de su casa en Llavallol, en el conurbano bonaerense. “Es luminoso y muy amplio porque lo compartíamos con mi esposo. Mientras trabajo veo el paso de las horas hasta el atardecer. Cambian las luces, los tonos, los ruidos. Ambos pintábamos, así que lo que más tiene son cuadros de diferentes épocas, rollos de papel dibujado, pinceles, acrílicos, caballetes, cajas, paletas, lápices…”

Un mueble grande con muchas cosas de todo tipo, color, tamaño, forma; una biblioteca de arte y literatura bastante nutrida; una mesa grande de tablones que se duplican cuando es necesario; sillones, y un escritorio completan el mobiliario de su espacio creativo.

Cuando en 2011 optó por la joyería, recordó que compró un banco de joyero, una garrafa, un soldador, un maniquí y luego me donaron un Dremel y dos maniquíes de vidriera, algunas herramientas básicas, pinzas Bruselas, limas, pinzas, alambres varios, chapa y ácidos.

Su primer aprendizaje lo hizo en el taller Km0 de Mabel Pena, con quien sigue, cuando necesita máquinas o herramientas especiales dice que las utiliza allí y reconoce  que la maestra generosamente las pone a disposición.

Su obra está muy vinculada a sus saberes previos, esos que desarrolló desde chica y siguió cuando estudiaba en Bellas Artes, su base, y Literatura, desde siempre.

Por eso, dice que prefiere llamar joyería de arte, en vez de joyería contemporánea, a lo que hace.Me gusta decir que hago arte portable, porque cuando me preguntan advierto que asocian, en general, a la joyería tradicional y sus materiales. Opto por ese concepto porque mis piezas no son concebidas con el fin de completar el vestuario o adornar el cuerpo simplemente, en ellas hay un compromiso, una materialidad trabajada, un decir…

Utiliza todo tipo de materiales y le gusta el desafío de llevar a la obra algo encontrado, regalado, cargado de cierto significado o intención. “Todo aquello que me dice llevame… y después vemos; se entiende que no tiro nada, ¿no?”, aclara.

Cuenta que selecciona el material por lo que le trasmite, o porque se aviene a lo que busca. Por eso cada serie en general tiene algún componente nuevo o distinto, “si bien hay elementos del lenguaje que siguen estando en las piezas”, admite.

Su método es variable, en general, nace con un disparador, palabra, pensamiento, objeto hallado, recuerdo, sentimiento, o realidades que la atraviesan; vuelca en dibujos esas primeras ideas, maqueta, prueba materiales y sigue dibujando.

Parto de algo muy libre, en apariencia, porque detrás subyace algo fundante, que a veces reconozco enseguida y otras no. Luego viene la etapa de la decantación, donde de ese principio queda algo, se simplifica y, a la vez, gana la pieza como forma total”.

Empezó a trabajar en una serie con materiales de taller, sobre todo, con restos de lápices de dibujo, pinceles, frases y palabras escritas en alambre; esto último ya lo viene haciendo desde hace bastante tiempo.

Tiene algunas piezas terminadas, que “son un homenaje a mi compañero. Es una serie íntima referida a nuestra historia, va cobrando su individualidad como conjunto estético y simbólico. Cuando digo esto estoy diciendo cómo mi vida y mi obra son un todo, siempre hay algo referencial, a veces más, otras menos, que pasa por el tamiz del trabajo y se va abriendo a las múltiples lecturas, alejándose de la anécdota. Así, aparece esta oportunidad del arte de abrir ventanas potentes en nosotros, de posibilitar un poco y velar el resto, advertir el resplandor del aura esquiva”.

Sobre sus proyectos, recuerda que puede verse online la exhibición de sus piezas expuestas en diferentes muestras durante la reciente bienal latina de joyería contemporánea. Además, cuenta que presentó una serie llamada «Vías comunicantes» en Brazil Jewelry Week 03.

Y hace unos meses recibió el primer premio Pequeño Formato en el Salón de Arte Textil Virtual del Museo de Arte Popular José Hernández.

“Hay que seguir y dejarse sorprender con lo que surge del trabajo y con lo que le llega a otros; las obras se desprenden y realizan su propio camino, es mágico…”

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