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Taller Abierto deJuan Vellavsky


Su quehacer artístico se desarrolla entre Ingeniero Maschwitz y Parque Sarmiento, donde tiene sus talleres de joyería contemporánea y mucho más.

Es arquitecto, escultor, artista y se nota. La puerta de calle de su atelier en las inmediaciones de Parque Sarmiento está ilustrada, las paredes externas exhiben murales ocurrentes, en el interior todo es dibujo a mano alzada, mucha señalética en tiza orienta sobre lo que se hace en los distintos espacios de su taller. A la vista, fotos, frases, textos, recortes y deco en materiales recuperados, un ambiente de artista en el que se exhiben piezas terminadas, otras a medio hacer y bocetos de lo que quiere o proyecta.

Hace 20 años que decidió cambiar de escala y “concientemente diseño joyas, anteriormente lo hacía, pero todavía no era conciente de que lo hacía”, señala.

¿Por qué joyería contemporánea? Responde que no podría ser de otro modo, “si hago joyería, no es por la joyería en sí sino por la posibilidad de crear. La joyería es solo un medio para mí”.

Y lo hace en un taller organizado en diversas áreas: una está destinada a los acabados de los metales, donde trabaja con sus asistentes; otra es el showroom que -cuando no hay pandemia- se sienta a crear; en una tercera pone la resina en las piezas y se hacen los moldes de goma; dispone de un espacio semi-cubierto que está reservado a la fundición de metales, y cuenta con una cocina multiespacio, en la que se ponen las piezas en el ácido y se las neutraliza. Además, tiene una sala de esculturas, destinada a las piezas realizadas en sus 30 años de artista, y en una terraza instaló un depósito para sus materiales y más elementos.

Trabaja con máquinas, varios tornos colgantes, pulidoras, esmerilladoras, una máquina para hacer los moldes de goma o vulcanizadora, un horno de fundición, una bomba de vacío, un fundidor de metales, un receptáculo de vacío del arbolito, moladoras y variedad de herramientas, como fresas varias, limas, lijas, telas esmeriles, martillos, tas, alicates, pinzas, tenazas, destornilladores, punzones, soldadoras, paños de pulir y muchos más.

Pero esto no es todo. Tiene un segundo taller en el predio donde está su casa en Maschwitz, “solo para mí”, dice de su exclusivo espacio de creación, donde trabaja la cera y hace todo el proceso hasta convertirlo a los metales; el último proceso es el armado del arbolito y el yeso refractario para meterlo en el horno. Cuenta que próximamente tiene la  intención de trasladar la fundición de los metales a este taller, pero “no es tarea fácil -reconoce-, sobre todo porque yo construyo cada máquina. Acá no entra prácticamente nadie, es mi santuario”. Las máquinas de las que dispone en este espacio son una inyectora de cera, una bomba, una máquina de vacío para el yeso refractario, tornos colgantes y todas las máquinas necesarias para hacer escultura en madera. “Las herramientas aquí son infinitas y todas las que uso para la cera están hechas por mí”.

Los materiales que usa son metales no ferrosos, oro, plata, y latón, con los que trabaja tras aplicar su propio método, una adaptación de la cera perdida que generó para su necesidad creativa.

Sus máquinas de fundición también están hechas por él hace 15 años, con la ayuda de su amigo Favio Siganda y cuenta que acaba de readaptar su proceso de fundición para que funcione con un 100% de efectividad.

Con estos materiales, maquinarias, herramientas y métodos trabajo, como artista plástico trabaja con el concepto de obra y no de colección; sobre todo, a partir de pedidos. Y sigue con su serie de animalitos antropomórficos.

Además, en paralelo, está con un proyecto, “que no se lo puedo contar ni a mis perros, pero estoy muy con este tema, ojalá salga!”.