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Taller Abierto de Cecilia Capisano


Tiene muchas puertas por abrir porque trabaja en dos talleres diferentes y complementarios. Cuenta cómo entre Sáenz Peña y Palermo desarrolla sus joyas contemporáneas

Trabaja en dos talleres propios que tienen dinámicas muy diferentes pero complementarias. Su primer taller fue el de su casa en Saenz Peña, en el oeste del Gran Buenos Aires, y fue creciendo en paralelo a sus estudios de joyería contemporánea. Es diseñadora gráfica de la UBA y estudió guión cinematográfico, formación con que logró una mirada sintética y conceptual y una resolución morfológica presente en su joyería contemporánea, disciplina a la que llegó de la mano de María Medici, Marina Massone y Francisca Kweitel.

Aún hoy sigue equipando este atelier. Hace 10 años comenzó con un banco joyero y fue sumándole todo tipo de máquinas y herramientas hasta el punto de pasar a habitar “un taller con casa, en vez de una casa con taller”, dice.

Cuatro años atrás, al inaugurar en el barrio de Palermo el local Capisano, en  Nicaragua 4627, tuvo la necesidad de montar in situ su segundo taller. Más pequeño y a la vista del público, le permite capitalizar el tiempo libre mientras no está interactuando con la gente que visita su local. Curiosamente, con el tiempo, observó que su proceso creativo y su dinámica de trabajo, estaba condicionada por características casi opuestas de ambos espacios.

El taller montado en su vivienda está equipado con máquinas grandes y pesadas. En cambio el taller de Capisano, sólo tiene herramientas medianas y torno de mano. Por eso, en el grande trabaja con máquinas que generan polvo, ruido y hasta olor. Es que lija, pule, suelda, hornea, cose y tornea, acciones que implican poner el cuerpo además de su mente. El tener todas las máquinas juntas, le permite improvisar en el hacer. “Trabajar al borde del caos, literalmente, saltar de una máquina a la otra… comenzar soldando en el taller y quizás terminar con otra herramienta en el patio al aire libre. Poner la música fuerte… ensuciar sin preocuparme por los rastros que voy dejando durante todo el proceso. Experimentar, colgar en las paredes, poner todo el proceso a la vista y analizarlo”, relata

En cambio, el orden y la diferencia de escala con el taller de Palermo hace que allí se enfoque más en el proceso de visualización, que es silencioso e interno.

“La visualización es muy inherente a mi formación inicial como diseñadora gráfica y es pilar fundamental durante mis procesos creativos. En Capisano, escribo mucho y pienso en imágines todo el tiempo. En mi mente cambio de materiales, de color, corrijo formas y sobretodo agilizo etapas. También descubrí que al estar enfocada en tareas mecánicas y repetitivas de finalización de piezas, mi creatividad fluye. Así es como muchas veces visualizo en mi mente una idea en Capisano, que luego bajaré y la pondré a prueba en el taller de mi casa en Saénz Peña”.

Trabaja con todo tipo de materiales. Experimenta y juega con cuero, resina, cera, cemento, vidrio, cerámica, bronce y otros metales, por ejemplo. Es autodidacta a la hora de vincularse con una herramienta, máquina o material nuevo.

Señala que conocer la manera correcta de aplicar una técnica nueva no la motiva en absoluto, por eso, reconoce que aprendió a acercarse a los materiales desde lo intuitivo, sin preconceptos. Estudia y experimenta con los límites de los materiales. Los fuerza, intenta romperlos, trata de sacarlos de su su confort. “Me interesa indagar tal como si les hiciera una primer entrevista. Saber cuánto puedo pedirles, preguntarles hasta dónde pueden estirarse sin quebrarse, doblarse sin romper, calentarse sin quemarse, sufrir transformaciones, sin dejar de ser ellos mismos. Así como también estudiar sus puntos de transformación totales, llegando incluso a no poder ser reconocidos”.

Admite que casi nunca toma un curso de técnica, porque dice que la teoría muchas veces la limita y se siente más libre conociendo menos. Sin embargo su fuerte es mezclar técnicas que reinventa. “Surgen más errores, nuevas oportunidades, nuevos lenguajes… Reconozco cuando el diálogo se vuelve más fluído en la interacción con máquinas y materiales, como si encontráramos juntos una manera de comunicarnos”. La mayoría de las veces necesita contar una historia y éste es el disparador inicial de su proceso creativo. Pero explica: “También sucede que durante el proceso de trabajo surgen bifurcaciones, caminos nuevos a seguir y quizás replanteo la historia inicial que necesitaba compartir”.

Es creativamente verborrágica y se aburre si se queda mucho tiempo en un mismo lugar, por eso se siente muy cómoda en la joyería contemporánea que le permite cambiar de materiales, sobre todo,cuando agoté la conversación, mezclé técnicas y conté historias nuevas todo el tiempo”. Será por esto que aprendió a trabajar en paralelo, en varios proyectos a la vez.

En la actualidad está muy enfocada en Capisano (local de Palermo). Queriendo volver a ese espacio de acuerdo con la flexibilización de la cuarentena. Cuatro años después de su apertura, señala que recién ahora tuvo tiempo para reordenar, emprolijar sus procesos. “Estoy desarrollando nuevas colecciones y piezas que me representen. Trabajo en seguir habitando cada vez más ese espacio que adoro. Siempre creo que lo mejor está por salir a la luz… intento ser un poco más sincera y profunda a la hora de contar una nueva historia o transmitir un estado de ánimo. Seguiré en esta búsqueda”.