Apuntes | Notas

"Estos ojos seguirán observando cómo cambia el paradigma"


Las joyeras chilenas Liliana Ojeda y Aranda Feres lideran la convocatoria de un proyecto de arte colectivo que pretende una reparación simbólica a la represión desatada en el país vecino, que provocó daños oculares a más de 500 personas.

Sigue abierto el llamado a participar de Ojo Chile, un proyecto de arte colectivo impulsado por las joyeras Liliana Ojeda y Aranda Feres. El cierre de la convocatoria que estaba previsto para mediados del mes último, continúa ante la demanda y la llegada de obras y para dar más tiempo ante el parate provocado por la pandemia.

Cientos de joyeros contemporáneos, orfebres, artesanos, diseñadores y artistas de Chile, Argentina, Brasil, México y hasta de España se sumaron a esta movida.

Sentí que podía aportar algo desde mi oficio protestando a través de piezas de joyería. Me di cuenta que sería más potente si más colegas aportaban. La primera que se sumó fue mi hija Aranda y juntas lo ampliamos pensando que cuantos más fuéramos, mejor. Y así fue, se acercaron todo tipo de artistas, como ceramistas, escultores, plásticos. Dimos un paso más allá abriendo la convocatoria a artesanos, aprendices, joyeros que recién se inician, personas que se animan a expresarse a través de lo manual. La idea es que donen una pieza u objeto de determinada medida (75mm), el cual debe ser resistente ya que el fin último es una intervención callejera. Con todo, termina siendo un trabajo transversal y representativo”, explica Ojeda.

El alcance de la iniciativa pasó la frontera de Chile. “Hay participantes que no provienen de países donde ocurren estas atrocidades, pero decidieron intervenir y levantan su voz a través de su trabajo. Así, se transformó en un proyecto global”, añaden. La propuesta surgió como respuesta a la represión del 18 de octubre del año pasado, cuando comenzaron a disparar con perdigones, balines y hasta balas sobre los ojos de los manifestantes.

La meta inicial era igualar el número de personas con ojos dañados, que en diciembre último eran 352. Esto quedó registrado en una de las primeras piezas participantes que tiene grabado 1 de 352, pero lamentablemente esa cifra aumentó y hoy se consignan más de 500 personas con sus ojos lesionados o perdidos. No sólo por este incremento continúan con la convocatoria y toda persona interesada aún puede donar su obra. “Día a día vamos recibiendo piezas, cada vez hay más artistas motivados por expresar su opinión. La convocatoria es abierta a todo quien quiera hacer algo con sus manos. No se trata de una exposición de autores, no hay protagonistas individuales, sino una unión de partes que la da fuerza al todo. Por eso el montaje final también privilegiará el conjunto, la propuesta colectiva”, explica Liliana Ojeda.

Y los participantes expresan ese reparo simbólico al que se convoca de manera muy diversa. “Muchas piezas tratan de graficar con materiales varios el impacto del balín, la herida, las lágrimas, la ceguera. Otras, en cambio, son más simbólicas y menos literales. Se advierte una variedad infinita de materiales. Nunca pensamos que se podían representarse tantas versiones de ojos”, señalan las organizadoras.

La joyera Fabiana Gadano participa con piezas hechas en plástico PET reciclado de botellas que tienen forma de ojos y cuentan con remaches o incrustaciones en cobre -el metal característico que se explota en las minas chilenas­- aplicados sobre tres colores de pupilas, en alusión a los balines y a la diversidad ciudadana afectada.

“Con mi participación, con un ojo en metal y plástico, busco contrarrestar la violencia sufrida por el pueblo chileno. La policía respondió a los reclamos populares de mayor igualdad social con golpes, gases y perdigones. Estos ojos son un homenaje a las víctimas de esos perdigones pero también recordatorio de las demandas de equidad, una protesta que recorre Latinoamérica”, destaca Hebe Argentieri.

“En el contexto que se vivía (y se vive) en Chile en esos momentos, mi pieza tiene un significado simbólico de un ojo ciego, blanco, que mira sin ver, pero no por eso queda ajeno a lo que pasa. Está hecha en cobre y tiene un iris de plástico traslúcido, que representa un iris dañado. Quise homenajear a todas las personas que perdieron uno o los dos ojos en manos de los carabineros, en el marco de las manifestaciones haciendo una pieza que significa ver sin los ojos, mirar ahora con el corazón y la emoción. Porque les habrán quitado los ojos, pero los ciegos están en el lado opuesto”, señala la chilena Soledad Ávila.

“Realicé un ojo en resina y acrílico, porque este último es el material con que antiguamente se hacían muchas prótesis oculares. La pérdida de uno o de los dos ojos de muchas personas en nuestro país no tiene precedente ni en los lugares ni en las épocas más violentas, y está marcando a una generación con la mutilación. No hay forma de reparar ese daño, que se provocó no sólo a quienes perdieron sus ojos sino que también afectó a sus familias y cercanos. Esta convocatoria es un grito de rabia por lo que todas esas personas pasaron y van a tener que seguir pasando, obligados a aprender a vivir de otra forma. No hay reparación posible, esto es sólo un pequeñísimo aporte desde mi oficio”, señala la joyera chilena Valentina Garretón Rodríguez.

“Mi pieza es un ojo herido, que a pesar de su dolor, sigue mirando el entorno como el ojo divino que todo lo ve. Este ojo herido es un símbolo de la vigilancia, la conciencia,  la protección y la justicia.  Porque el eslogan de Chile despertó hace un año es como si repentinamente todos los ojos de la ciudadanía se hubieran abierto y tomado conciencia de un colectivo sufriente, abusado y cansado. En este ojo podemos dilucidar que la mirada se abrió hacia el mundo, hay una denuncia y aunque hayan mutilado  los ojos de  jóvenes, mujeres y hombres, esta lucha permanece en la memoria y en la mirada de todos nosotros. Estos ojos joyeros heridos y mutilados seguirán observando y viendo cómo cambia el paradigma”, indica la joyera chilena Cecilia Roccatagliata.

El joyero brasileño Fernando Aquino, hoy residente en Andalucía, relata que siguió de cerca las manifestaciones a través de amigos y redes sociales. «Decenas de personas fueron golpeadas en el ojo, decenas quedaron ciegas porque la policía disparó intencionalmente en los ojos a la población que protestaba. Esta ceguera es completamente significativa en el mundo en que vivimos, donde las personas son tratadas como herramientas desechables, la política no está relaciona con el sufrimiento, son  sordos y ciegos a los reclamos de las minorías. En Latinoamérica vivimos desde hace décadas un epistemicidio, un constante borrado de recuerdos y saberes que no se ajustan a las reglas impuestas por la cultura dominante, que no permite otras miradas.  La ceguera del neoliberalismo y la ceguera provocada por la policía chilena sirvieron de inspiración para la creación de esta pieza dramática. Investigando la noticia, me encontré con una imagen de un joven con el ojo destrozado por una bala de goma, muy inflamado, enrojecido, casi saltando de su rostro, era esta imagen que quería reproducir en la joya que llamé Ceguera (Blindness) . Usé el cobre, ya que es un metal que siempre asociado con Chile y también quería tonos intensos de rojo, de ahí la elección por el esmaltado. El hilo de algodón rojo me recuerda a las suturas y también a mi conexión con Chile. Tiene nueve capas de esmalte. Me cautivó el deseo de participar en este proyecto artístico colectivo y me alegra poder expresarme como joyero».

Para la chilena Patricia Iglesias la joyería contemporánea es el pulso para reflexionar y expresar lo que conmociona, por eso decidió participar como una manera de visibilizar lo acontecido. «En esta pieza, los materiales evocan fragilidad y resistencia y me trae a la memoria otro suceso penoso, el genocidio del pueblo Selk´nam, uno de los pueblos originarios de la Patagonia, lugar al que pertenezco, parece ser que el ser humano construye, progresa y funda dejando una estela de dolor. Tejí algo parecido a un canasto con yute y cáñamo, materiales rústicos que evocan tiempos pasados, modestos y precarios, utilicé para ello el punto básico de cestería de algunos de los pueblos originarios de la Patagonia (Yagán y Kaweskar), soy de la región de Magallanes (Patagonia), lo cosí con el punto hojal de costura -que vi hacer tantas veces a mi abuela materna, ella era modista- a una estructura de alambre de cobre que construí con forma de ojo, lo teñí en varios tonos de rojo como símbolo de los ojos heridos durante el estallido social de 2019 en Chile. Mi pieza se desplaza entre la memoria, la identidad y el territorio, emplazando la identidad desde el soy y somos desde el lugar que habito. En mi obra utilizo obsesivamente el punto básico de cestería, aprendido en Magallanes, el punto de crochet aprendido de mi abuela paterna y el de hojal de mi abuela materna, donde tejo cosiendo. El tejido lo llevo más allá de su función de origen, resignificándolo y conectándome con mis raíces, evocando ese mundo hecho a mano, ancestral y que desaparece poco a poco. Elaboro tramas para construir objetos deconstruyendo el tejido, rebelándome a la idea de “rol de género”.

En tanto se produce la creación de obras, se proyecta una intervención urbana. Consistirá en la unión de las piezas para adosarlas en el muro frontal del Centro Cultural Gabriela Mistral, ubicado en la avenida O’Higgins, la principal arteria de Santiago de Chile. “Será una intervención efímera, que se realizará en la calle. Vamos a ver qué pasa con ese montaje, si se desmantela si se roban piezas o si se cuida y respeta la expresión porque es representativa, veremos… nos interesa también ver la reacción de la gente. Y porque las protestas se han hecho en las calles también pretendemos mostrar nuestro trabajo en la calle, es su lugar natural«.

Consultadas sobre la relación entre el arte y la política, Ojeda dice que no siempre están relacionadas aunque opina que “todo hecho artístico es una es una manifestación política”. Y añade: “está bueno dar testimonio y manifestar un punto de vista con lo que hacemos frente a lo que nos pasa, aunque no todos lo hacen, algunos prefieren mantener sus ideas políticas detrás del arte para no espantar, sobre todo, a los clientes».

“Aún no terminamos, continuamos en la etapa de recepción, por lo menos hasta fines de este año, ya que no muchos han podido acceder a sus talleres por el aislamiento obligatorio ante la pandemia. Tal  vez en los primeros meses del próximo año se pueda salir a la calle para el montaje. Estamos planificando la logística, pero mientras siga este nivel grave de contagios de Covid en Santiago es difícil proyectar y hacer el montaje. Será una performance no permanente, pero vamos a dejarla registrada”.